miércoles, 12 de octubre de 2011

Estabamos nosotros ahi sentados, cuestionandonos las patitas,
se acerca Rosita Maria con un tenedor en la mano y la sonrisa más loca de diamante falso que he podido ver,
ambos comenzamos a comer pasto y unas cuantas chinitas se nos quedaban en los frenillos,
una pequeña carcel,pero nos reíamos a carcajadas y todas salían volando,
era una bendición.
Sin meditar más conseguimos un pequeño barco y decidimos empezar nuestro viaje en él,
mientras más creiamos avanzar, más nos perdiamos entre sus largas trenzas y cansados decidimos comer ese rico pan que hizo la abuelita del Carlos, buena gente ella con sus cuatro dientes y la tapa de la cacerola siempre enla cabeza, -para que las ideas hiervan- decia .

Cuando creimos llegar al final, una gran ola de pelos, como el rizo de oro, nos llevó donde nunca jamás se nos ocurrió que llegariamos, el gran ojo de parpadeo lento parecia ahogarse, las pestañas como un bosque triste,y una que otra boca consolaba con besos todos esos huracanes que parecian desprender trozos de carne, y sobre todo, de gentileza y humanidad...

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