martes, 11 de octubre de 2011

Santificado I

Bienvenidos todos a la popular piscina pupilar de ashurumastra, zambullace directo a esta dulce piscina de pelos, y nadé entonces con toda su soltura y desnudez, al ritmo de la fabulosa y fatidica orquesta monomental.
Las campanadas que usted escucha, no son otra cosa que el alma de la ultima ave que devoro tocando desde sus tripas, una canción para alegrar su muerte próxima, y convertirlo en un grato viaje hacia el dios reptiliano.

Sirvase usted digerir este mensaje con agua potable, más un octavo de cucharadita de palo de la abuelita de sal, y tres granitos de azúcar pasados por saliva de su cariñito.


Un amorcito corazon, si usted se siente culpable.

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